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domingo, 31 de mayo de 2015

Tenemos que hablar...

Hola.

Quería escribir esto ayer y no llegué a nada más que el "hola", no sé que me pasa, pero estoy pasando por esa terrible etapa de dejar a medias las cosas que empiezo a hacer diciéndome que "hago esto/cuando llegue/en la micro/etc, y lo termino", aún sabiendo en el fondo que jamás las voy a retomar.

Esta entrada es de auto-terapia, de esas que solía hacer hace mucho tiempo cuando recién empezaba con el blog y escribía en tal nivel de codificación que había veces en que a mi mismo me costaba entender lo que trataba de decir. La verdad, es que hace mucho tiempo debí hacerla (por abundantes y obvias razones), pero no fue si no hasta hace poco, que por circunstancias que ya diré -tal vez- se volvió algo necesario.


Tenemos que hablar...


Puede que esto suene como un gran plot-twist, sorpresa o algo bastante poco imaginable para alguien que solo me conozca por el blog y las cosas que aquí escribo, pero créanlo o no... hay veces en que tengo vida social.

¿Es malo eso? obvio que no, el punto es que como la mayoría sabrá, la vida social va cambiando a medida que uno mismo cambia, a los 4 la vida social es ver televisión con los primos, a los 8 salir a jugar con los amigos, a los 12 quedarse conversando con alguien mientras oscurece, a las 15 juntarse en el centro o ir a mil cumpleaños de compañeros y a los 20, a los veinte la vida social -sobretodo si estás en la universidad- se reduce a dos cosas: conversaciones masivas por whatsapp o carretes -fiestas- donde hay más alcohol que personas. Y bueno... aquí es donde empieza el problema...


Con el tiempo he llegado a radicar gran parte de la culpa en la universidad y en la carrera que estudio, es que en serio, más allá de las mil cosas buenas que tiene dejar el colegio, es TAN estresante la vida universitaria y esa libertad culpable de ser dueño de tus horarios, clases, responsabilidades y notas, pero sin tener ningún salvavidas a la hora de fallar en algo, que se forma entre los intervalos de "pruebas/no pruebas" la oportunidad perfecta para olvidar todo lo que pueda estar molestándote en un mar de gente extraña, música fuerte e infinitas piscolas.

Malo o bueno, cada uno juzgará bajo su propio criterio, el punto... es que ya habiéndome acostumbrado a esa "especie" de rutina, de un día a otro mi sistema cambió. Era el periodo de fin del primer semestre y comienzo del segundo del 4º año de la universidad cuando en una salida con un grupo de amigos con los que solía salir en ese tiempo simplemente me morí.

Estaba enojado por alguna extraña razón, no había comido nada después del almuerzo (eran aprox. las 1 de la mañana), en el auto camino al local tomamos sorbitos de vodka puro, había música, baile, gente y una mezcla asquerosa de vino/cerveza/vodka que muy inteligentemente se me ocurrió juntar en el mismo vaso y tomar al seco, entonces bailamos, hablamos, cantamos y me morí. ¿Han notado cuando las películas tratan de explicar que una fiesta es muy buena haciendo un Jump Cut justo en lo mejor del baile para pasar a una escena de mañana, pelo sucio y luz de día? bueno, eso fue exactamente lo que me pasó, solo que el Jump Cut no fue cosa del cine, sino que de mi memoria. Me tomó horas y días asimilar que había "apagado la tele" de una forma poco usual (que es caer dormido en estado de coma)... y que esa noche después de "morir" había hablado con gente, robado un vino en caja -yo ni siquiera tomo vino-, me había perdido, estado en un after y casi en una pelea por bailar con una amiga mientras un tipo trataba de hacer lo suyo con ella.


Ese fue el antecedente, la experiencia traumante de saber que de alguna forma mi cuerpo/cerebro era capaz de apagarse en situaciones de exceso de alcohol, pero solo en el lado consciente, ya que lejos de morir yo seguía funcionando, hablaba con gente como persona normal, seguía tomando, bailaba, podía ir al baño o caminar sin caerme con tres cualidades -que repeticiones futuras del fenómeno me hicieron reconocer- bastantes marcadas:
1- Era probablemente la persona más obediente del mundo, al punto de no cuestionar ninguna orden que me dieran, si me decían vamos, me iba, si me decía que dejara de tomar paraba y así... lo que bueno y todo también tenía su peligro, ya que más de una vez los grandes amigos de la vida me tuvieron que salvar de gente que quiso aprovechar eso.
2- Mi personalidad no cambiaba, pero se hacía muy "amigable", como que no pre-juiciaba nada o a nadie y eso me hacía terminar en fotos abrazando gente o con inbox de personas que no recordaba... al punto de escuchar a mis amigos decir que era mejor persona estando ebrio...
3- Como se borraba el pre-juicio en mi forma de ver al mundo, también se borraba cualquier tipo de barrera o suavizante de honestidad que pudiera haber tenido, lo que más de algún problema me trajo.

Con el tiempo se repitió y fue pasando con mayor o menor intensidad, lo que para ser honesto no me importaba demasiado, porque entre los ramos y exámenes de los últimos dos años de la carrera, la pre-práctica, dramas generales de vida, relaciones amorosas y momentos de crisis existencial, el hecho de quedar conscientemente-inconsciente una o dos veces al mes tendría suerte si estaba al final de mi lista de preocupaciones en ese momento.

Pero pasó, llegó el último semestre de quinto (último año de "ramos") y más allá de la súper indecencia habitual no se repitieron más los episodios, quiero decir, seguía terminando asquerosamente ebrio, con la ropa sucia o manchada, haciendo cosas de las que me arrepentía, a veces cayéndome o haciendo las más raras imbecilidades... pero al menos las recordaba, eran algo de lo que nadie me tenía que avisar para saber que pasaron, lo que créanlo o no, era algo positivo.

Salí, me fue bien, estuve todo enero en la playa y volví para empezar este terrible periodo de mi vida, con eso fui afirmando la idea de que lo había superado, porque o bien no tenía tiempo como para quedar así de mal o teniéndolo, la angustia, estrés o grupo de gente con los que salía no me permitían llegar a ese nivel de pérdida. Pero como suele pasar en general con la vida, uno solo necesita dar por seguro algo para que las cosas cambien, así... hace un par de semanas saliendo con una amiga a un lugar donde LITERALMENTE no conocía a nadie más a parte de con quien iba, logré hacer que pasara, no sé si fue el ambiente, el día, la cantidad de alcohol consumida o qué, pero ahí, pasándolo bien con quienes nunca había visto en la vida terminé perdiendo aproximadamente 3 horas conscientes de mi vida, y con un bono adicional, ni siquiera recordaba el hecho de no acordarme de las cosas, mi cerebro quiso juntar piezas ignorando todo y no fue sino hasta que facebook delató un par de acciones de ese día a las 5 de la mañana que noté que no me acordaba de muchas cosas y ahí, con historias que no me sonaban a nada, gente a la que le simpaticé hablando de vaya a saber dios qué y una tonelada kilos de caña moral, volví a todo el viejo cuestionamiento de los otros años...

La verdad es que varios días lo pensé como algo malo, de hecho... cuando empecé a escribir esta entrada (miércoles) aún tenía eso en mente, me sentía demasiado mal por ponerme en situaciones donde después podía arrepentirme de las cosas que hacía o decía y no poder pasarla bien comiendo galletas y viendo teleseries o leyendo libros y sentencias de tribunales de otras regiones como mis compañeros... pero ahí fue donde descubrí que era lo que estaba mal...

Resulta que tanto tiempo (casi 5 meses) de no poder ser cien por ciento yo era lo que en verdad me tenía mal y me estaba haciendo creer que tenía un problema solamente por no querer lo que el resto, quiero decir, obvio que para mi no carretear no es quedar tirado muerto o tomar hasta el vómito, obvio que no, pero al igual que la digestión, mala suerte o el día lunes: ¡it happens! y no tiene absolutamente nada de extraterrestre. No sacaba nada con tratar de hacerme creer cosas que no era cuando en verdad yo sé que preferiría que se me acabara el oxígeno antes de mis mejores panoramas fueran cosas como ver "La Jueza", saber de las novelas turcas, opinar de política o juntarme en casas de amigos a tomar al rededor de una mesa y con una estufa al lado hablando de historias que ya todos hemos escuchado pretendiendo que aún son graciosas. Esas son cosas que le gustan a gente que me rodea y me cae bien, pero no es lo que a MI me gusta. Yo la paso bien haciendo cosas distintas, me gusta poder salir y tomarme mi peso en piscolas, encuentro cancerígeno llamarle "carrete" o "fiesta" a algo que no tenga música fuerte, baile o gente de pie, me gusta ir al cine a ver películas de niño de doce y ver veinte capítulos seguidos de una misma serie acostado, pasear por el centro tomando fotos y jamás consideraré ir a comer como un panorama, eso es solo algo que sirve para terminar o adornar algo más entretenido.

Así fue como terminé mi auto-debate, con días de desfase y una nueva salida indecente en el cuerpo. Resulta que es fácil engañarse solo cuando pareciera que todos hacen lo mismo, son felices y por lo tanto el mundo espera que tu hagas lo mismo, pero hay veces en que uno tiene que hacer las cosas que lo hagan sentir mejor consigo sin pensar en el resto o pensarlo siquiera y aunque sí, me sigo sintiendo un poco culpable cuando pienso en las cosas que hago, al menos lo paso bien haciéndolas, me dejan un millón de cosas por las que avergonzarme, gente nueva con la que hablar o salir y esa sensación hermosa de que a pesar de todo, sigo sin perderme a mi mismo en este bosque de gente que solo quiere ser igual al resto en el que decidí meterme a hacer mi vida como grande. 

Me despido como siempre con la canción de la entrada. Confieso que todo el tiempo pensé que jamás habría alguna mejor que "hurricane drunk" de Florene + the Machine, pero encontré una que estaba al mismo nivel y siento que es más apropiada en razón de la conclusión, así que esa es la que dejaré... espero que si alguien se dio el trabajo de leer todo no lo haya encontrado tan aburrido o terrible.

Hasta cuando tenga que ser...




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