Hola.
Lo estoy haciendo, puede que sea el buen animo o el hecho de que no tengo absolutamente nada hasta dentro de una semana y media, pero lo estoy haciendo y en menos de una semana, creo que podría decirse que he vuelto.
Hace un tiempo tuve la idea de escribir sobre esto, pero tenía también tantas otras ideas que con las semanas se me empezó a olvidar, y cuando lo quise hacer, una parte de mi tenía miedo de que no pudiera funcionar o que pasara algo, ya saben, por ese miedo de que las cosas cuando se comparten muy temprano a veces no resultan... bueno, tras un par de meses, creo que ya ha pasado el tiempo suficiente.
ERNESTO
No creo que sea muy importante ni la gran cosa, tampoco creo que sea una "sorpresa" porque creo haber escrito al final de alguna entrada cuando ocurrió el milagro, pero bueno, supongo que mientras no haya hecho una entrada como es debido, aún puedo ocupar el recurso de seguir hablando del tema, ¿no lo creen?
La vida del hijo único no es algo fácil. Muchos piensan que es perfecta, que uno literalmente tiene todo a su disposición, no tiene que hacer nada más que existir, es libre de cometer todos los errores del mundo y pedir todas las cosas que quiera, y bueno, si bien en parte eso es cierto, muchas son las otras cosas que lo hacen "no la cosa más feliz del mundo".
Uno inventa las vidas de sus juguetes, los amigos imaginarios a veces son tantos que se te llegan a confundir y las pocas horas que puedes convivir con otros seres humanos de tu edad suele ir acompañadas de un montón de condiciones y retos paranoicos por los riesgos de una vida normal, cosa que una madre sobre preocupada jamás querrá para el fruto de su vientre, así... el gran alivio para todos los que conocemos las mil formas de morir (del aburrimiento) siendo hijo único son las mascotas, pero resulta que en mi caso personal, incluso eso era algo demasiado peligroso como para exponerme... hasta los monumentales 23 años de edad.