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jueves, 31 de diciembre de 2015

2015

Hola.

Esto es una sorpresa -aún para mi-, la verdad, pensé que con haberme humillado hablando de mi película navideña favorita había alcanzado mi cuota del mes en el blog, pero no... 

La razón de esta entrada, está en que ayer mientras odiaba al mundo y me sentía miserable -ninguna novedad- me dio por querer expresar mi odio a través de twitter -tampoco ninguna novedad-, entonces no se me ocurrió nada más elegante y fino que poner "año culiao acábate luego", pero justo antes de mandarlo, mi cerebro hizo un pequeño flashback de todas las cosas que me han pasado en este año y ¡sorpresa! estaba a punto de tirarle odio al probablemente mejor año de mi última década... y bueno, así es como nació esto.

"2015"

Personalmente, nunca le encontré mucho sentido a esa frase de galleta de suerte que dice que: "la vida es aquello que pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes" bueno... al menos nunca se la encontré hasta ahora, porque si tuviera que definir mi año en una oración -slash- frase cursi, sería: "para mi el 2015 fueron todas aquellas cosas que siempre quise que pasaran, pero que no me di cuenta que estaban pasando hasta que literalmente me golpearon en la cara". Me explico...

No tengo que ser muy adivino para recordar el tono de mi entrada de cierre festiva del año pasado (2014), de hecho, tengo casi el recuerdo palpante de las cosas que dije, la gente sobre la que hablé y lo que me pasaba por la cabeza mientras trataba de redactar inútilmente algo que tuviera sentido faltando minutos para el cambio de calendario. Este año las cosas son distintas, porque si bien me aferro aún a la idea de ser por siempre joven y tratar de aprovechar los últimos años de despreocupación y relajo, ya soy algo más consciente del cambio bastante evidente que la vida tiene cuando uno alcanza ciertas metas o pasa un determinado rango etario.


El año pasado, el núcleo de mi entrada fue el resto, toda esa gente linda que en algún momento específico estuvo conmigo, me dejó, hizo mal o ayudó cuando ni yo mismo lo esperaba. Esta vez es al revés y el núcleo soy yo, lo sé, lo sé... incluso a mi me sorprende la idea de estarlo tecleando, pero siento que estos últimos doce meses no habrían podido ser más personales, aún si intencionalmente lo hubieran querido.

Todo partió en enero, cuando pasado una de las mejores fiestas a las que he ido (segunda vez yendo a una fiesta de "año nuevo", pero primera a la que iba con espíritu correspondiente) y los dos o tres días necesarios para recuperar la decencia y estómago para no sentirme moribundo o con ganas de vomitar, me tocó  asumir responsabilidades. Ni yo se como lo hice, pero en menos de siete días, ya tenía organizado el verano más corto de mi vida. La primera semana me iba a dedicar a salir con amigos y ver la mayor cantidad de exámenes de grado que pudiera (solo vi 3), después, arreglaría mis cosas, trataría de sacarle el mayor dinero posible a mi santa madre y me iría a la playa a estar una o dos semanas con mis tíos, llegué y resultó ser que o ellos me quieren mucho o yo estaba muy cómodo siendo flojo y evadiendo mi futura vida, pero la cosa es que me quedé casi el mes entero allá, aproveche de salir un poco, juntarme con amigos que andaban cerca y conocer más a mis primos que solo veía en el año por fotos, pasé a Santiago y me pasearon cual carmelo en la ciudad, llegué a mi casa con dos días para rehacer mi vida y empezar el calvario del estudio, pero la angustia fue tan grande, que lo aplacé una semana más y me dediqué a salir todos los días de esa última semana.

Después vino lo terrible y lo que ya -los que hayan leído algunas entradas- todo saben: El examen de grado.
Meses de estudio, rutina asquerosa, arbolitos que murieron y se ponían ante mi en forma de apuntes, doctrinas, jurisprudencias y artículos que hicieron del periodo de febrero a agosto del 2015, uno de los peores (y raramente mejores) de mi vida. En ese lapso aprendí un montón de cosas sobre mi carrera y lo que estudiaba, pero lejos, el tema sobre el que más aprendí fue "mi mismo", aprendí a conocerme a mi, mis mañas, tics, rutinas, los límites y la paciencia que podía llegar a tener, tuve horas y horas al día -todos los días- para pensar y darme cuenta de varias cosas que nunca había tenido el tiempo de notar siquiera, así... acompañado de los grandes amigos  que solo dios sabe como me soportan y siempre han estado conmigo, así como de otros que muy de la nada llegaron a mi vida y se volvieron gente muy importante sobreviví, crecí un montón y puse la mente clara sobre las cosas que quería ya no solo pensando en el resto, sino que de una vez por todas y tal vez por primera vez, en mi.

Vino lo hermoso e imposible: pasé mi examen. Celebré hasta hacer colapsar mi cuerpo, me di el tiempo de volver a juntarme con todos los que alguna vez dejé de lado, dormí infinitas horas y vi más series y películas de las que creo alguna vez pueda volver a ver, resultó que por primera vez después de mucho tiempo: estaba descansando.

Llegaron los meses de vagancia y mi vida no cambio mucho, cumplí un par de mandas que había hecho -porque si, tan terrible fue todo que hasta un cierto grado de espiritualidad llegué a encontrar- y pasé muchas tardes siendo solo espectador de como se movía la vida del resto. Ese tiempo de Agosto a Octubre fue necesario y entretenido, lo admito, pero se me empezó a hacer algo monótono, al parecer y contra todo instinto de auto-cariño, me había acostumbrado a cierto nivel de estrés y ahora que mi máximo panorama consistía en ver las tres teleseries de la televisión nacional, sentía que algo me faltaba.

Ya terminando el año se vino lo mejor y lo peor: llegó la práctica (úuuuuultimo gran paso de la eterna maratón que involucra querer ser abogado). Entré muerto de miedo y queriendo vomitar cada 5 segundos, no conocía nada, casi a nadie y sentía que todo, desde como imprimir hasta redactar demandas me quedaba grande, llegaba con ganas de llorar todos los días y odiando la vida, pero pasó.... empecé a desarrollar "algo" de confianza y junto con conocer a los que van a ser mis compañeros al menos hasta marzo, me fui dando cuenta que a lo mejor no era un ser tan perdido en el mundo y que tal vez -solo tal vez-, los 5 años de universidad no habían sido en vano. En el ámbito personal de mi vida, las cosas no fueron menos radicales. Tras todo ese periodo siddhártico de mi vida, llegó el tiempo de tomar decisiones reales, esas que se llevan a cabo fuera de mi mundo imaginario, así que eso hice, estuve por aquí y por allá, me atreví a salir con gente que antes no me atrevía, a hablarle a personas que antes me avergonzaban y meterme en una que otra parte extraña donde aprendí que o habían razones para no hacerlo durante todo ese tiempo o que todo lo contrario, lo único que hacía era perder oportunidades. También hubieron cosas malas -obvio-, me di cuenta que grandes relaciones (algunas sobre las que escribí en la entrada del año pasado incluso) se habían desgastado a un punto tal que ya era casi inexistentes, que hay amigos que simplemente uno tiene que dejar ir porque para ellos ya no eres lo suficientemente importante, y uno que otro conflicto sentimental que significaron unas cuantas tardes malas tomando helado y escuchando Bon Iver, fuera de eso y como gran mantra de mi vida, al final todo tiende a arreglarse o al menos, a enderezarse. Así, conocí un par de nuevos seres, me atreví a sin tener ningún plan obligarme a salir de mi ciudad, quedarme en la casa de alguien que solo había visto una vez en la vida (steph tkm <3), pasarla bien, reírme un montón, abrirme con uno que otro humano que si bien conocía de antes, nunca lo miré como más allá que un conocido y salí del nido para dar grandes pasos de tortuga en el tema que hasta antes del año pasado, nunca había sido uno siquiera, el corazonsito... 



Finalizo con la pseudo reflexión mamona de costumbre, lo dije el año pasado y tenía razón, a veces es bueno querer ser mejor, cambiar o crecer por el resto porque hay gente que en verdad lo merece, pero una vez hecho eso, no hay nada de malo en querer ser mejor para uno... aunque eso signifique tomar decisiones difíciles, tristes o un poco inconvenientes, porque así como nosotros tratamos de mejorar dentro de lo posible y somos felices cuando los seres que queremos los están, si de verdad son gente que te quiere, ellos también van a estar felices cuando tu trates de estarlo, sin importar el camino,  forma o las decisiones que tomes. Al final del día, el calendario avanza demasiado rápido como para ir tachando los meses sin hacer algo por lo que valga la pena hacerlo.

Me despido con la canción de la entrada, que en este punto, debería ser la canción del año y créeeeeeanme que lo será. La vez pasada estuve a punto de colocarla y vaya que estoy agradecido de no haberlo hecho, ya que hubiera desperdiciado este glorioso momento. Con seguridad es el más grande himno de mis logros de vida (desde el 2009 que la escuché por primer vez) y en esta ocasión tiene un doble sentido. El primero y más obvio: agradecimiento por todo lo bueno que me tocó pasar este año, por  lo malo que me hizo miserable pero me enseñaró cosas que jamás olvidaré y sobretodo, por haberme hecho saber que aún estando solo y teniendo que seguir sin la ayuda de nadie, solo por y para mi mismo, puedo lograr una que otra pequeña-gran meta. Y segundo: porque después de 5 años amándola, llorando sangre y perdiendo pulmones cantando sus temas, por fin la voy a ver en vivo, si, repito... ¡SI!, tras mil line-up falsos, por fin el 2016 es la fecha en que el lollapalooza traerá a una de mis bandas favoritas y de las pocas que no he podido ver en vivo. Así que con ellos (ella) los dejo, el mensaje es claro y es bello: los días de perro se acabaron, esperemos... de una vez por todas.

Hasta cuando tenga que ser.

Y obvio, claro...


¡¡ FELICES FIESTAS!!


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