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miércoles, 10 de septiembre de 2014

El día de la Independencia

Hola.

Estos han sido diez días en los que literalmente he tenido todo el tiempo del mundo para escribir y aún así, han sido diez días en los que ni siquiera he iniciado la sesión de blogger para revisar las estadísticas o algo así, resulta que las cosas a veces pasan o andan demasiado rápido y confusamente para uno tomarse el tiempo y escribirlas.

No sabía sobre que escribir hoy día, últimamente en lo único que pienso cuando se trata del blog, es en auto-coordinar el cerebro y las ideas con lo que quiero que sea la entrada del primer día de primavera, así que decidí escribir sobre algo que supongo todos han pasado ya, por lo que lo pueden entender.

"El día de la Independencia"


Se supone que el ser humano nace y muere solo, por lo tanto, gran parte de su vida está encaminada a hacer lo posible por transformarlo en alguien que pueda valerse por si mismo sin la necesidad de depender de otro, es decir, un ser independiente,


Lo anterior es siempre un objetivo, una meta para consolidar la adultez y esas cosas maduras que espera el mundo de ti. Pero tiene un proceso detrás, uno que involucra nacer, ser criado, aprender cosas, vivir con la familia, estudiar, seguir viviendo con la familia, que te hagan la cama, el almuerzo, compren la ropa (compren todo en general), ser cuidado cuando se está enfermo, etc, etc, etc. Para que así,  cuando llegue el día de estar solo, uno ya tenga las herramientas para poder sobrevivir. Entonces, con todas esas cosas claras, se empiezan a desarrollar instancias en que la vida te pone mini-pruebas o ensayos para probar que tan bien preparado estas, Y amigos, eso es precisamente de lo que yo les vengo a hablar.


A todos cuando muy pequeños nos dejaron encerrados mientras nuestras mamás/papás/loquesea salían a comprar al supermercado, negocio, etc. Nos dejaron un día en que estuvimos enfermos solos en la casa llenos de remedios, pastillas, jugo y jaleas mientras ellos trabajaban, y eventualmente algo más crecidos, ya nos dejaron un día o dos solos a cargo de nuestra casa mientras hacían un viaje a alguna parte, lo que en mi caso personal, nunca había vivido hasta el fin de semana que recién pasó.



Diez mil pesos para gastos eventuales o si quería salir, comida en el refrigerador y chatarra en el mueble de las chatarras, jugo, bebida, y sopas que solo necesitan agua hirviendo para prepararse (porque yo no sé hacer practicamente: nada), ropa lavada y planchada, y todo lo necesario para estar en completa soledad parental desde un viernes en la tarde hasta un domingo en la noche. 

Primera noche, nada fuera de lo normal: Me dejaron pizza de once y cargué una película mientras veía una maratón de tres capítulos de una serie. Me invitaron a que saliera a tomar, pero el lado abuelo y aprendiz de hombre adulto en mi interior me hizo decir que no, entonces estuve hasta las cuatro y media de la mañana haciendo absolutamente nada productivo hasta que mi cuerpo me avisó que se apagaría en cualquier segundo.

Primer día y el sobrevivir: Desperté muy tarde por recuperar el sueño perdido, en la noche me había tomado las 2 sopas listas que me dejaron y el arroz preparado (lo único que se hacer) que se supone me dejó mi mamá no estaba (o sea si, pero solo "sabores" que no me gustaban), entonces... sabiendo que a la noche tenía un cumpleaños con probablemente más alcohol del que mi cuerpo necesitaba, ese día sobreviví a papas fritas con ketchup y jugo de berries, un poco de helado, una compota e innumerables tazas de té. Retrasé el baño hasta el último momento posible y a eso de las 8 partí al centro con la esperanza de encontrar un regalo decente, fallé en el lugar que siempre salva cuando de regalos de mujer se trata (Casa&Ideas) y terminé en el mall que está en el centro comprando un pañuelo, pasé al supermercado por más sopas instantáneas y llegué a comerme una con una jalea de postre, como para afirmar el estómago y esas cosas.

La segunda noche y la responsabilidad: Después de tomar "once", me puse a ver el capítulo de The X Factor (que está empezando su onceava temporada), me tiré al suelo mientras me preparaba psicológicamente para abrir el closet y ser aplastado por un cerro de ropa mal guardada, me vestí y pasé media hora revisando las puertas, ventanas, enchufes, etc, etc, etc. Después de todo... ese día yo era la única persona en mi casa y estaba saliendo con cero posibilidad de que alguien más la cuidara sino yo cuando llegara, me armé de valor y llegué al cumpleaños de la Pauli y allí todo el espíritu se murió. Estaba con gente que me cae bien y hace tiempo no veía así que empezamos a comer, hablar, tomar y así, con las piscolas mejor hechas de mi vida (créditos a la Javiera), empezó a pasar la hora y la noción del tiempo, los chistes tontos y frases sin sentido. 14 piscolas después, mi instinto de supervivencia me hizo de alguna forma llegar a mi casa, cerrarla y desvanecerme en la cama.

Segundo día & the shit got real: Desperté con memorias borrosas de las últimas horas, pero sin nada "irrecordable", me levanté a mirar los destrozos y más allá de sillones corridos no había nada, fui a la cocina, tomé medio vaso de agua y fue como si me hubiera pegado un balazo en mi dignidad de hombre fiestero. Dolor de cabeza, vómito espontáneo y la peor caña del último tiempo, pedí ayuda por whatsapp y me quedé dormido. Reviví como a las cuatro de la tarde con dolor en el alma y arrepentimiento en los mensajes de whatsapp, en serio era como perder las ganas de vivir, porque tenía hambre y sed, quería té y dormir, pero mi cuerpo no daba para nada más que lo último, terminé durmiendo hasta las seis cuando al fin me pude parar, ordenar y buscar algo para comer, me comí una de las sopas y me hice ensalada, traté de hacer arroz, pero me quedó francamente asqueroso, por lo que me resigné a solo  ver series en YouTube. 


El final: Ya ordenando la casa y disponiéndome a volver a mi vida sentí que alguien estaba en mi casa, era mi mamá tratando de abrir la puerta en la noche porque había llegado del viaje, trajo comida y fajitas, yo no le conté nada de como había llegado ni como me sentía, así que hice un mártir de mi mismo y me comí todo como si no tuviera ganas de seguir vomitando. Así que después de escuchar dos horas de relatos de viaje, procedí a acostarme esperando que la vida pasara luego.


Resulta que ser independiente fue entretenido, pude haber salido todo el día todos los dos (y medio) días, haberme ido a la casa de alguien a pernoctar, gastarme la plata jugando fichas en las maquinas que dan peluches o simplemente dormir 55 horas seguidas, pero terminé en una mezcla de lo que se esperaba yo hiciera y lo que yo quería hacer. Aún así al final del día, cuando uno termina lidiando solo con las consecuencias de haberla pasado bien sin nadie que te lleve el almuerzo a la cama, te suba el té, la fruta y haga el aseo, la vida te demuestra que como resultado de la pruebilla de vida independiente: la mayoría con suerte alcanzaríamos la nota aprobatoria por sobrevivir (tal vez un morado en mi caso por poner eso último en riesgo jajajaj).

Terminando, quiero decir que si bien me gustó, al menos por un sólido par de años más no me sentiría incómodo siendo cuidado por mi mamá, quien a pesar de hacerme plantear el suicidio como ruta viable bastante seguido, de alguna manera se encarga de mantenerme funcionando de una forma bastante aceptable hasta el día de hoy.

Ahora si, les dejo una canción (como siempre) y unas preguntas: ¿Ya les ha tocado pasar por una prueba así?, ¿Son de la idea de apenas sea posible mandarse a cambiar a un lugar solos aunque tengan que hacer todo por y para ustedes mismos?... lo pregunto porque si bien yo siempre he sido de esa idea, la verdad es que este último fin de semana en serio me hizo ponerlo en duda, Me despido con una canción nada que ver con el tema, pero cien por ciento que ver conmigo mismo y estos días de septiembre en que el clima empieza a cambiar, he pensado todo el día en ella y siento que es justo tal vez hacer pensar a alguien en ella cuando vea el cielo despejado y sienta el sol en la cara.

Hasta cuando tenga que ser...





PD: El día en que llegó mi mamá, no llegó sola. Después de dos décadas al fin me trajo un perrito para tener como mascota, resulta que en algún momento de mi caña me llamó para saber si lo quería y le dije que si. Vive con nosotros y lo llamé Ernesto, hoy es su tercer día y aún no sé si se pueda acostumbrar a nuestra vida y se pueda quedar con nosotros por siempre, pero mi mamá ya lo ama y yo lo quiero mucho, solo que no quise contar todo porque sería demasiado innecesario para el fin de esta entrada. Ahora si que si, adiós.

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