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domingo, 5 de abril de 2015

Santiago

Hola.

Como siempre no se me ocurre una forma ingeniosa de como empezar a escribir esta entrada, así que lo hago explicando que no sé como. Estoy casi seguro que quería mucho escribir sobre otra cosa, pero ya no me puedo acordar de que era, y cuando traté, me di cuenta que tampoco quería saber... lo que significa que probablemente en algún momento me arrepentí de hacerlo.

Me he sentido muy odiador del mundo en esta semana y cuando pienso en el "por qué" se me ocurren tantas razones que me da lata, lo único que no he odiado de esta semana es el hecho de que por fin empiezo a sentir que estamos en otoño (no por el clima claramente, si ahora mismo estoy con el ventilador a medio metro de mi cuerpo y son las nueve!), el cielo en la tarde/noche es más bonito, la gente anda más tranquila y caminar de la biblioteca al paradero y las dos cuadras de la micro a mi casa en la noche cuando ya no anda nadie se siente mejor, con un poco de ese aire fresquito-depresivo que te hace andar más lento... no sé, al menos yo lo encuentro lindo.

"SANTIAGO"


Pensé que esta iba a ser una de las entradas que no iba a escribir jamás porque o se me iba a olvidar o se me iban a ir las ganas de hacerla, pero ayer salí a tomar con gente que no conocía (no a todos) y entre los muchos temas aleatorios que salieron después de un par de piscolas, este fue uno, entonces me acordé... y ahora, con mi cuerpo mejor, siendo domingo por la noche, estando en "otoño" y tomando tecito... me dije a mi mismo ¿por qué no?

Tengo que reconocer que nunca he sido muy fan de la ciudad, cuando era chico me tocó pasar mucho tiempo allá porque me enfermaba mucho y me había casi muerto -técnicamente más que "casi"- un par de veces, fueron años los que viví yendo todo el tiempo a clínicas y hospitales, llorando mucho porque odiaba los doctores y haciendo viajes eternos de la casa de mis tíos -en la granja- a donde quiera que haya sido el lugar donde íbamos. Una vez superada mi fase de niño-burbuja mi interacción con la ciudad se hizo casi mínima y consistía solo en estar ahí por media hora máximo para buscar algo que comer con mi mamá y tomar otro bus a la playa, norte, sur o donde quiera que fuera el destino. En la universidad las cosas cambiaron un poco, tener algo de dinero propio (gracias madrina, y tías), más "independencia" y unos cuantos conocidos o amigos con los mismos gustos musicales hizo que el mundo de los conciertos me hiciera querer salir de mi zona postal para ver en vivo las cosas que solo YouTube me permitia. Entonces en octubre de 2010, habiendo sido bendecido unas mil veces por mi mamá, tomé mi bolso, saqué un par de pasajes ida y vuelta y me fui por primera vez solo a enfrentar Santiago.


No voy a mentirles, no era tan lindo como me lo imaginaba, ni nada de ese lugar en los primeros años me hicieron querer volver para algo que no fuera otro concierto de algún grupo que me gustara, todo era súper extraño, la gente, el aire, las calles... parecía que era un deber andar apurado para todo y tener una constante cara de mal humor, las calles se veían medias sucias y daba la impresión de que si te quedabas demasiado tiempo en un lugar o te ibas a amargar como el resto... o algo te iban a hacer.

Claramente ese era un mal diagnóstico, ahora que lo pienso, hasta el 2012 todas las veces que fui no conocí nada más que la ruta del terminal a algún mall, esa micro milenaria casi empujada por milagro que te lleva al aeropuerto, un par de calles en el centro, patronato y lugares muy específicos de comunas específicas en las que no había nada más que casas para vivir y plazas sin gente. Pero llegó el 2013 y las cosas cambiaron radicalmente...

Era el lollapalooza y mi prima que ocupaba las casa de mis tíos en la granja la había vendido para irse a trabajar en la playa, resultado... ya no tenía un lugar donde quedarme. Lo bueno del asunto, es que ese año por primera vez iba a ir con gente, ¡gente de mi mundo real!, entonces mis probabilidades más auspiciosas eran que podía denigrarme y pedirle un techo a alguien o podíamos estar todos en la misma situación y en ese caso sería un problema común (fue la segunda opción). Faltaba menos de una semana y la angustia me hizo bloquearme y no hacer nada al respecto, menos mal una amiga - Chelita linda- se le ocurrió ver hostales y hospedajes por Internet y en eso de los últimos días ya teníamos donde quedarnos.

El viaje fue bonito, el lollapalooza de ese año fue (a mi gusto) el mejor hasta la fecha, pasamos al mall a sentirnos huasos, conocimos el terror de quedar sin locomoción a la mitad de la noche en un lugar que nunca habíamos visto y al otro día llegamos a nuestro destino, una hostal a la mitad de Lastarria. Íbamos tarde así que más allá de perdernos por salir en la entrada equivocada del metro en Universidad Católica y encontrar nuestro lugar un rato después no apreciamos nada. En la noche llegamos muertos de cansancio y de hambre, ¡pero no de vista! entonces quisimos salir y lo hicimos, era como estar en un lugar que no era Santiago -para nosotros- había gente bonita, la calle estaba limpia y siendo casi las dos de la mañana parecía que las cosas recién empezaban... entonces caminamos, habían mil pubs -todos bonitos-, música de todos los estilos y luces extrañas para donde uno quisiera mirar, elegimos un lugar al azar y nos sentamos para comer, hablar de la vida y ser serenateados por una pareja que tocaba música irlandesa. Al otro día nos teníamos que ir, entonces, nos levantamos muy temprano, esperamos que llegara una amiga y fuimos a tomar desayuno, resulta que no era el cansancio... el lugar si era bonito, es más, con luz de día parecía serlo mucho más.

Después ya me sentía más libre, fui a un concierto con una amiga y nos tomamos un día entero para ir a lugares que no conocíamos (claramente más malls, pero de distinto camino), conocimos starbucks que solo eran starbucks y no una parte de un mall gigante, nos perdimos y nos equivocamos de estaciones. Después de eso me tocó ir muchas veces solo a comprar ropa, fui con mi mamá y se sentía gracioso el hecho de "yo" conocer como llegar a ciertas partes, decirle por donde caminar o qué hacer, también me tocó ir solo, cosa que siempre pensé me daría miedo y terminé amando, me gustó eso de querer conocer algo y no tener la más remota idea de donde estaba, pasar el día anterior revisando direcciones y viendo calles por Google Maps, bajar y no conocer nada... incluso mejor, ¡no conocer a nadie!, pasar horas perdiéndome y hablando con gente con cara de no asaltante para pedir orientación, llegar donde quería y ser feliz... después volver a algún metro y entrar a la seguridad de mis tan conocidos malls. Siempre cuando le cuento a otras personas lo bonito que se siente estar en una ciudad en que nadie te conoce, habla o nota tu presencia pareciera que viniera de Marte... ¿a nadie más le ha pasado? personalmente encuentro que son las únicas veces en las que de verdad me he sentido independiente.

Así llegamos al final y la última vez que estuve allá, de nuevo otro lollapalooza, de nuevo otro momento de pánico por no tener donde quedarme, el fin de semana era algo seguro porque iríamos el mismo grupo del año pasado a la misma parte (sin el Felipe eso si esta vez), pero mis amigas se devolvían el lunes en la mañana y yo tenía el concierto de City & Colour ese mismo lunes... pero en la noche, milagrosamente pasó que el Internet por millonésima vez salvó mi vida y llegó la Andrea ofreciéndome un pedazo de suelo donde estar para no ser asesinado en la calle o peor... perderme la mitad o totalidad de un concierto al que en serio quería ir. 

La Andrea vivía en el centro (parte que no conocía porque cuando pasaba por ahí, siempre lo hacía bajo tierra en el metro), caminamos un par de cuadras conociéndonos por primera vez en persona mientras yo quedaba algo shockiando por el nivel de mini-universidades que existen en esa parte de la ciudad (el día anterior había conocido República, donde las cosas eran algo parecidas), le pregunté un millón de cosas y ella me las respondió todas, parece que siendo una ciudad tan grande y con tanta gente de tantas partes, no pueden agruparse los campus gigantes como en las regiones porque simplemente no tienen el espacio para poner todo lo de una universidad en la mista parte, yo no lo encontré muy terrible que digamos, porque si bien era triste que no tuvieran ese sentimiento de "pertenencia" con su universidad, me imaginaba divertido el hecho de salir de clases, ir a comprar a algún negocio y toparse con gente de otras carreras y otras universidades todo el tiempo, daba la sensación de que toda esa parte de Santiago era un patio de colegio, donde uno podía perder el tiempo, intercambiar miradas con tu amor platónico o simplemente hacer nada. Llegamos a su casa y caminamos de vuelta para conocer otras partes, ahí fue cuando me di cuenta de lo primero que en serio me gustó, no sé si pasa en otras partes de la ciudad, pero al menos ahí, es como si cada cuadra tuviera prohibido parecerse a la otra, uno da una vuelta y las cosas se ven todas distintas, llegamos al metro y fuimos a Lastarria, esta vez ya sabía como llegar y me acordaba de algunos lugares, ahí reafirmé mi punto y supe que la primera vez no fue "porque era un lugar nuevo", fue porque en serio era bonito. Los edificios, los colores, todo era bonito, tomé mil fotos y miraba todo, plazas enanas entre medio de los edificios, diez lugares de comida distinta en la misma cuadra, librerías, tiendas de música y cosas raras en todos lados, decidí querer conocer más allá de donde había llegado la primera vez y de la nada nos encontramos con un cerro, ella tampoco lo conocía así que fuimos, era precioso. Caminos "secretos", gente leyendo o amándose de una manera muy hipster en el pasto, flores bonitas, escaleras antiguas, arquitectura de castillo y poca gente cerca como para sentirse avergonzado de ser provinciano, lo mejor... estaba literalmente en medio de todo lo plástico del centro y era absolutamente distinto. Nos sentamos a hablar, descansar y nos devolvimos, compramos waffles salados, probé -y me enamoré- la Arizona y nos reímos de todo, era como estar en esas películas en que la gente simplemente se sienta en cualquier lado y ve al mundo pasar en una ciudad gringa/europea... así era para mi al menos, me acuerdo que incluso sabiendo que tenía un concierto muy esperado cerca, sentía esa sensación de estar tan contento haciendo nada que no me quería ir.

Pasó el concierto y volví, hablamos de tonteras, vimos el reality y después una película mientras comía pie de limón, nos despedimos porque ella se iba a clases muy temprano y yo me fui a acostar con cero ganas de dormir, su compañero de casa siguió un rato despierto mientras yo veía el celular y después se quedó dormido, yo creo que dormí sumando los muchos pedacitos a lo más 3 o 4 horas, principalmente porque hacía un calor insoportable que no me dejaba estar tapado por más de dos minutos y porque se me había olvidado que estábamos en un piso 7 (u 8... no lo recuerdo), entonces pasé mucho rato escuchando a la gente pasar afuera, el ruido de los autos, las sirenas y todas esas cosas que acá jamás se escuchan, en un momento me paré, me puse en balcón y todo fue bonito. Al otro día desperté y su compañero que se supone tenía clases ese día temprano había caído en coma porque seguía durmiendo, hablé con la Andrea por teléfono preguntándole todo, me bañé, me vestí, arreglé mis cosas e hice un triste intento de hacer la cama, le dije chao por teléfono y me fui tratando de hacer el menor ruido posible, porque mil horas después su compañero seguía en calidad de vegetal durmiendo y aunque me sentí mal por no decirle gracias y despedirme, pensé en que si hay algo que yo odio... es que me despierten, entonces preferí simplemente irme. Caminé por las calles que ya se me habían olvidado y por suerte no me perdí, me tomé un cafecito en un lugar muy bonito y me compré otra arizona para el camino, llegué al terminal, me subí y me di cuenta que todo estaba siendo muy distinto a siempre... por primera vez en la vida no me quería ir de Santiago.


Sigo sin saber que lo hizo diferente esta vez, si fue el lado de la ciudad que conocí, los lugares en los que estuve y el tiempo -no en el mall- que pasé o fueron las personas con las que estuve, mis amigas de la universidad con las que ya no compartía mucho y conocer a la andre y andar por la ciudad como si nos juntáramos todo el tiempo. La verdad es que no lo sé, pero fue bonito, bonito de verdad, no por nada desde ese fin de semana me siento más contento y como que toda la miserabilidad de estar estudiando para lo que estudio se ha hecho más llevadera... además, desde ese fin de semana que las ganas de escribir se han hecho mucho más grandes, es como si todo hubiera mejorado un poco.

Me despido algo asombrado por el volumen de esta entrada, jamás cuando me imaginé hablando del tema pensé que iba a escribir tanto, como que me acordé de muchas cosas y detalles y sentí la necesidad de ponerlos, así que entenderé si se hace muy densa o terrible de leer, esta es de esas veces que al parecer escribí solo para mi y el que quisiera leerme.

La canción de la entrada es lo que más contento me pone, no me acuerdo cómo la conocí (sé que shazamié una de sus canciones, pero no me acuerdo que era lo que escuchaba), pero en poco tiempo se ha hecho de lo más repetido en mis playlist de estudio y por lejos, mi disco favorito del momento... ojalá les gustara y escucharan todo el disco porque en serio es muy bonito y viene más que perfecto con el cambio de estación. estaba entre esta y First (escúchenla también, es muy bonita), pero el otro día mientras iba en la micro y meditaba sobre esta entrada justo me la lanzó el aleatorio y sentí que era tan perfecta, no la letra, ni lo que dice en general, pero la música y la vibra que tiene es tal cual como me siento yo cuando me imagino caminando por lugares que no conozco, probablemente no me entiendan, pero les juro que para mi escucharla y pensar en lo que escribí tiene demasiado sentido.

Hasta cuando tenga que ser...






PD: Pondré fotos de las veces en que ido a santiago, son todas de años distintos... a ver si se nota algo el cambio.

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