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lunes, 10 de julio de 2017

Arroz con Leche

Hola.


Son las 18:55, tengo principio de hipotermia y aún no soy capaz de sentir los pies. Increíblemente a penas pude llegar a mi casa, en lo primero que pensé fue en las ganas que tenía de escribir, así que en eso estoy.


"Arroz con Leche"


Son raras las veces en que uno con honestidad puede decir que aduvo por el mundo sin fijarse en las personas que lo integran, sin que el ruido, la luz, las caras o la preocupación del como uno se exterioriza logren hacer click en la burbuja del ensimismamiento y aterrizarte de nuevo al nivel del suelo, pero hoy a mi me pasó. No me di cuenta de la hora, de las calles, ni del como, si no me atropellaron o si llegué a mi casa con todas mis pertenencias personales intactas es simple y llanamente por obra divina. Lo único que sentía era el frío en el cuerpo mal abrigado y el sabor del helado de arroz con leche que aún me quedaba a pesar ya haber pasado media ciudad desde que me lo había terminado.


Mientras caía en cuenta de ese hecho mis neuronas saltaron hacia otro lado del cerebro, hace un par de días venía queriendo abrir el blog de nuevo para escribir sobre algo, pero siempre que llegaba a la página en blanco me detenía después del primer párrafo, dentro del millón de posibilidades existentes no se me podía ocurrir ni una sola combinación de palabras que me dieran el pie para poder desarrollar lo que quería decir: estaba trabado. En cambio ahora, mientras se iba el dulzor frío del sabor "artesanal" me impresionaba el hecho de que hoy cuando desperté en lo primero que pudo pensar mi inconsiente-consiente era en tomar helado, más específicamente: tomar helado de arroz con leche. Ni siquiera sabía si existía aún, tenía en mi bóveda la imagen de la tarde más incómoda de febrero, cuando me junté a conversar sobre posibilidades y había entrado a esa heladería de la plaza que me gustaba tanto para saber que sabores tenían, estaban unos típicos y otros no tanto, pero en uno se me quedaron pegadas las córneas "Arroz con Leche" (lejos mi postre infantil favorito, ni sabía que podía llegar a ser un sabor de helado) me recuerdo emocionado y que se lo conté a quien me acompañaba, pero su respuesta fue que era de sus postres menos favoritos y que nunca le había gustado mucho -todo esto acompañado de esa cara que uno pone cuando lo que escucha no te puede interesar menos pero tratas de fingir que lo hace para no hacer sentir mal al otro-, ante eso, no me quedó más que esconder las ganas y decir que mejor fuéramos a otra parte. Desde ese día se me había grabado la idea de que alguna vez tenía que probarlo.

La relación neuronal que hizo mi mente fue de asombro, hace días mientras conversaba conmigo mismo hasta el hastío, me había aproblemado bastante sobre mi situación, sentía esa sensación de tristeza que te pesa sobre todo el cuerpo, te hace arrastrar los pies y encorvarte aún más de lo normal, por lo que decidí dormir un rato. Llegó la noche y me puse a ver una serie de esas que solo vez si está de casualidad en la programación, más nunca te vendría la iniciativa de buscarla por ti mismo ni descargarla, el capítulo se trataba del poder de la atracción, los decretos y la posibilidad de llamar algo con tanta fuerza hasta hacer que la vida se rindiera y simplemente te lo diera, claro, todo esto camuflado en historias de amoríos, embarazos y cosas sociales que a mi no me importaban: banalidades, pero el fondo era ese. Pasaron las escenas, los comerciales y los créditos, apagué el televisor, me dispuse a dormir y no pude, ya era segundo día seguido que me pasaba y con franqueza, me tenía harto. Entre las vueltas y las acomodadas que le di a la almohada terminé sumido en el columpio de la duda, ¿Era posible querer tanto algo? (sí, yo sé que lo es) y si lo querías, ¿cuanta fuerza se necesita para que la vida se rinda y te lo entregue?  (eso no lo tenía tan claro) me puse a pensar un poco más...

Hay gente que un día antes de dar la prueba de selección se le ocurre lo que quiere estudiar, la da, queda, entra en la universidad, sale con cronómetro, encuentra un trabajo, sube todo lo que puede subir y nunca tuvo que tomarse ni un mes para cuestionárselo, hay otros que se aburren de su cuerpo, de la flacidez, de las tallas un poco muy apretadas o un poco muy sueltas, cierran la boca, salen a trotar y en lo que tu te lavaste los dientes figuran en sus redes sociales con cuerpo que te imaginas cuesta una vida entera conseguir, más de alguna vez me tocó ver reportajes o noticias sobre gente que decía que su sola fuerza de voluntad más el apoyo de sus cercanos había hecho eliminar el cáncer de sus sistema... ¿eran esos casos reales y empíricos de la premisa en la hipótesis de la serie que había recién visto y me tenía intranquilo un viernes a las 3 de la mañana? ¿era fuerza o fe? ¿como se lograba, quien tenía el método?...¿había un método siquiera? dudas y solo dudas.

Estaba foto la saqué hoy mientras
me limpiaba los restos de arroz
con leche y menta de las manos.
De las pocas cosas que en 25 años de existencia había logrado alguna vez sentirme orgulloso era de mi fuerza de voluntad, probé y jamás me llamó la atención el cigarro, pese a que las dos veces lo intenté con seriedad si había logrado quitarme la ansiedad y bajarme la sensación de ebriedad del cuerpo, cuando encuentro que me estoy pasando en el peso y las poleras que normalmente me quedan sueltas se me empiezan a pegar a la grasa soy capaz sin mayor drama de dejar de ir -tanto- a locales de comida rápida y priorizar otras cosas, y más de alguna vez a consecuencia de una experiencia vergonzosa o unas increíbles ganas de morir del dolor de cabeza me impuse la abstinencia del alcohol por periodos que la mayoría de mis conocidos jamás hubieran podido. No era algo que me costara, pero ahora me conflictuaba... ¿como era posible decretar el abandono de las cosas que me gustan sin mayor dificultad pero se me volvía titánico el tratar de hacerlo con lo que me hacía sentir mal? 

Pensé en mis amigos y sus tragedias, pensé en las mías y me di cuenta que -gracias a dios- ninguno se ha muerto y tampoco lo yo lo había hecho, ¿cómo fue que lo logramos? me quedó la duda un largo rato mientras acomodaba por vez mil la almohada que se pega más a la pared de mi pieza, llegué a dos posibilidades: a) Tal vez sin querer, al decidir respirar y salir de la cama para lidiar con el mundo vamos decretando tácitamente las ganas de estar mejor y eventualmente con algo de piedad y cansancio, el cosmos se afloja y nos lo cumple, y b) Los decretos y la ley de la atracción no son otra cosa que una explicación metafísica al hecho de que la vida jamás se tiene, máxima que por cruel o fría suene es siempre ley, no lo hace por ti ni lo hará alguna vez por mi, siempre sigue con los que quieren seguir en ella, a su vez, el cerebro se acompleja y el corazón se triza, pero ambos son músculos y los músculos se regeneran, por lo que el esoterismo en este escenario no es más que la explicación romántica de la suma simple entre el tiempo y la biología. La verdad es que cualquiera podría haber sido la respuesta final a la interrogante, pero al menos en lo que a mi respectaba, ya había sido suficiente para la madrugada de un día viernes cualquiera.

Lo gracioso de esta entrada, es que (1) no tiene conclusión o respuesta -se las dejo a ustedes-, y además,  (2) solo supe como desarrollarla a causa de que las ganas de probar el helado de arroz con leche fueron tales, que aguantaron cinco meses, un día con frío polar en el que solo me vestí con dos capas de ropa y un ofrecimiento de venir a dejarme a la puerta de mi casa que me hubiera ahorrado la hipotermia, la pérdida de utilidad en mis pies y unos cuantos pesos. Supongo que en la vida no todas las señales vienen de palomas pasando por un contraluz en una tarde de verano, ni del vislumbramiento de un rostro familiar en una muchedumbre, a veces para tener respuestas, solo es necesario tener un poco de hambre y el des-miedo a la pulmonía.

Terminando lo que es la segunda inconsistencia temática seguida en esta página, les dejaré en la canción un regalo, es parte del soundtrack de una de mis películas favoritas en el universo, la cual contradictorio como suene solo vi por segunda vez la semana pasada (¿quién dijo que necesitabas ver más de una vez una película para que fuera de tus favoritas?), forma parte de ese playlist nerd que guardo para cuando necesito caminar sin distraerme con la letra o cuando no quieres sentirte solo o en silencio, pero al mismo tiempo no quieres estar cerca de nadie ni de nada, según yo tiene una onda clásica/formal, mezclada con aires del lejano oeste al final y no sé, imagino que alguna vez podrían necesitarla.

Hasta cuando tenga que ser.






(PD: Puse el video porque me gustaron las tomas y los colores, pero encuentro que de todas formas deberían escuchar la versión en estudio).

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